viernes, enero 1

LEYENDA DE NAYLAMP

Cuentan los pobladores de Lambayeque que en tiempos tan antiguos que ya se perdió la cuenta de cuantos fueron arribó de la parte suprema del Perú a estas costas una gran flota de balsas comandada por un gran señor, hombre de mucho valor y calidad llamado Naymlap.

Viajaba acompañado por una numerosa comitiva que lo seguía con reverencia y adoración como a gran caudillo. Estaba su esposa, llamada Ceterni, un numeroso harén, cuarenta de sus más valientes capitanes, el trompetero oficial (uno de los cargos más prestigiosos) llamado Pita Zofi, quien se encargaba de hacer sonar el pututo, Ñinacola, encargado del cuidado del anda y trono de Naymlap, Ñinagintue, encargado de la bebida, Fonga Sigde, quien tenía por misión esparcir polvo de mullu por donde pisaría su señor, Occhocalo, el cocinero, Xam Muchec quien pintaba el rostro de Naymlap. Lo bañaba, adornaba y untaba con finas esencias, Ollop-copoc. Tejía y bordaba para su señor y elaboraba camisas y mantas usando la fina y complicada técnica de la aplicación con plumas de vivos colores Llapchiluli, muy querido por su Señor Naymlap, además de una numerosa y casi incontable muchedumbre.

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